Esta historia comienza con un joven de 15 años que aseguraba sin miramientos que iba a romper registros en la Quebec Major Junior Hockey League (QMJHL)… y lo hacía. En la temporada 1983-84, Mario Lemieux batió el récord de 130 goles en una temporada de la QMJHL que ostentaba Guy Lafleur.
Lemieux anotó seis goles en el último partido de la temporada para conseguirlo. En ese mismo encuentro, repartió también seis asistencias. Mientras, a 1000 kilómetros de Laval, Pittsburgh era el hazmerreír de la National Hockey League (NHL). El equipo, como la mayoría de franquicias de expansión, sufría para ganar y anotó el peor récord de la liga aquella campaña. Un año después, la bancarrota amenazaba con alejar al club de su ciudad.
El descenso de los Pittsburgh Penguins continuó en picado el curso siguiente. No obstante, en una decisión por entonces pionera, el director general de la franquicia, Eddie Johnston, decidió que el equipo perdiera a propósito para hacerse con la primera selección del próximo draft. La liga, sorprendida como los demás conjuntos, no detuvo a los Penguins, que, en efecto, terminaron últimos. La entidad de la Ciudad del Acero jugó a la lotería y marcó el número de Lemieux, que desencadenó un impacto instantáneo en el juego – anotó su primer gol en su primer partido, en su primer tiro a puerta y superando a Ray Bourque – y en las arcas del equipo, pues encandiló rápidamente a los fieles de Pittsburgh. La esperanza comenzó a iluminar el Civic Arena
Del cielo al infierno
Mario Lemieux se convirtió en una superestrella de la liga durante las siguientes temporadas. Finalmente, los Penguins poseían un jugador franquicia. En su primera campaña, ‘Super Mario’ recibió los honores de Rookie del Año gracias a una espectacular temporada de 100 puntos. Asimismo, en 1988, Lemieux logró lo ‘imposible’ y derrocó el reinado de siete años de Wayne Gretzky como máximo anotador de la NHL. Sin embargo, el éxito individual no se tradujo en victorias de equipo y a Pittsburgh le costó alcanzar los playoffs. Para tratar de sumar esfuerzos al bien común, el equipo seleccionó en 1990 a un joven jugador checo mientras caía el Telón de Acero en Europa. Pronto, Lemieux y Jagr formaron uno de los duos de la liga.
Convertidos en una serpiente bicéfala, los Penguins lo apostaron todo para construir una plantilla aspirante al título. La jugada les salió a pedir de boca y la franquicia ganó dos Stanley Cups seguidas, en 1991 y 1992. Nombres como Ron Francis, Bryan Trottier o Larry Murphy, flanqueando a Lemieux y Jagr, llevaron la edad dorada del hockey al estado de Pennsylvania. Desafortunadamente, durante los años triunfales, la salud del ‘Mr. 66’ decayó con el tiempo. El atacante sufrió diversos problemas de espalda debido a una hernia discal por la que se sometió a una importante operación. La suerte, sin embargo, no estaba de su lado. En enero de 1993, Lemieux hizo público que tenía linfoma de Hodgkin, un cáncer que afecta a los glóbulos blancos.
Un doble regreso triunfal
Tras el anuncio, Mario Lemieux pasó por una agresiva radioterapia y, milagrosamente, volvió a la acción antes del final del curso. Pese a perderse más de 20 compromisos, el center encabezó la competición en el apartado anotador con unos magníficos 160 puntos en 60 encuentros. Unos años más tarde, en 1997, las lesiones y la quimioterapia empezaron a pasar su factura y Lemieux anunció su retiro como jugador al final de aquel ejercicio. El natural de Montreal entró directamente en el Salón de la Fama, sin esperar el periodo obligatorio de tres años. Los Penguins, pese a contar con Jagr en sus filas, sufrieron para hacer frente a las deudas contraídas en la inversión realizada para ganar, y llegaron a deber hasta 30 millones al propio Lemieux.
No obstante, el corazón de ‘Le Magnifique’ nunca se fue de Pittsburgh. Lemieux se ofreció a hacer frente a parte de la deuda con la compra de acciones en la franquicia y, además, a la par que llegaba el nuevo milenio, sorprendió al mundo del deporte con el anuncio de su regreso al hielo. De forma inaudita en la NHL, un jugador en activo era también propietario de su club. El delantero se puso al día rápidamente junto a su viejo amigo Jagr y disfrutó de sus últimas temporadas como profesional aunque Pittsburgh apenas superó la marca de los 30 triunfos. En el verano de 2006, con 40 años, Mario Lemieux anunció su retiro definitivo del hockey. Unos meses después, el club encontró a su sustituto sin saberlo, un joven de Cole Harbour llamado Sidney Crosby.