El Memorial Auditorium de Búfalo ocupa los recuerdos de los habitantes de la ciudad neoyorquina por incontables razones. Su atmósfera eléctrica. Su visibilidad nítida o sus paneles de cristal y muros que resonaban con cada golpe. No obstante, The Aud siempre será recordado como el palacio donde el azul y el oro de los Buffalo Sabres brillaron más que nunca.
El pabellón multiusos, inaugurado en octubre de 1940, acercaba como un imán a los aficionados que poblaban las gradas con los jugadores que recorrían el hielo. En cuanto al hockey, todo comenzó cuando Seymour H. Knox III, entonces propietario de los Sabres, soltó el puck de honor entre Floyd Smith, extremo derecho de Buffalo, y Jean Béliveau, center de los Montreal Canadiens, en el primer partido de la temporada regular de 1970.
Desde la puerta de entrada, donde las entradas de papel se rompían por la mitad, en el lugar se respiraba un aroma a tiempos analógicos. Nombres como Orr, Esposito, Bucyk o Perreault, este último en rojo, daban la bienvenida a los aficionados en paneles recubiertos de cristal que mostraban la clasificación de la división y la lista de máximos goleadores. Apenas una valla endeble separaba a los fieles de los jugadores locales y visitantes. La cercanía de la gente convertía a sus ídolos en figuras todavía más fascinantes.
Una atmósfera eléctrica e histórica
El edificio tenía vida propia y cuando albergaba en sus gradas la capacidad entera de más de 16.400 aficionados, sus voces lo hacían vibrar. La sonora acústica convertía The Aud en un lugar intimidante y una visita complicada para los conjuntos rivales. Además, cuando los Toronto Maple Leafs o los Habs, enemigos divisionales históricos, paraban en la ciudad para jugar, la electricidad parecía especial.
En suma, el pabellón reunía los ingredientes necesarios para generar momentos históricos, que quedan en la retina de los seguidores del hockey con el escenario de Búfalo como fondo. Los Sabres, repletos de eventuales miembros del Salón de la Fama, creaban dichos acontecimientos prácticamente cada noche. Ya fueran los contraataques de un extremo a otro de Gilbert Perreault que ponían de pie al público, las paradas acrobáticas de Dominik Hasek o cuando Jim Schoenfeld se llevó por delante a Wayne Cashman, de los Boston Bruins, a través de la puerta del zamboni. Y aquel partido en la niebla del que ya os hablamos en NHLMania.
El Memorial Auditorium de Búfalo acogió a la selección soviética, conocida como el Ejército Rojo, en 1976, 1980 y por último en 1989, apenas dos años antes de la disolución de la Unión. El edificio volvió a entrar en la historia del deporte cuando Wayne Gretzky rompió el récord de Phil Esposito al anotar un triplete natural, es decir, con tres goles consecutivos en un partido, en febrero de 1982.
En 1986, Perreault anotó su gol 500 contra los New Jersey Devils y subió a los hombros de Mike Foligno y Phil Housley para celebrarlo en una imagen icónica. Unos años más tarde, en la 1992-93, The Aud vivió una temporada mágica a través de Alexander Mogilny y Pat LaFontaine, que crearon una jugada increíble tras otra sin falta cada noche. Mogilny, LaFontaine y Dave Andreychuk, estos dos últimos reconocidos en el Salón de la Fama, registraron más de 50 goles cada uno.
Azul y dorado
Las butacas del pabellón transitaban de los dorados oscuros junto a los cristales hasta los rojos y azules oscuros y claros. En 1971, el techo de The Aud se elevó a petición popular y se construyó un anillo superior de asientos naranjas. Su pronunciada inclinación, que regalaba una de las mejores vistas al hielo de la liga, y unos precios asequibles convirtieron estos nuevos sitios en los favoritos del público.
Sin embargo, el Memorial Auditorium de Búfalo sucumbió también al inquebrantable paso del tiempo. Con el nuevo siglo a la vista, las voces que demandaban un espacio más moderno y acorde al nuevo milenio crecieron y elevaron su tono por encima de aquellos románticos que no querían despedirse de la antigua estructura. El recinto albergó su último partido de hockey en abril de 1996 y vio ganar a sus Sabres una última vez ante los Hartford Whalers. Una vez terminado el encuentro, LaFontaine se encargó de marcar el último puck de honor y las luces se apagaron.
El cierre definitivo de The Aud, apenas cinco meses después, supuso el fin de una era tanto para la ciudad, pues se ubicaba en el centro de la urbe neoyorquina, como para su equipo de hockey, que ya no volvió a ser el mismo desde entonces. Como un fantasma que no quiere irse, la estructura resistió en pie 13 años más. Para entonces, los Buffalo Sabres terminaban de acostumbrarse al HSBC Arena, conocido actualmente como Keybank Center, aunque siempre recordarán con especial cariño su viejo Auditorio.