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Historia

Steve Smith, autogol y tres Stanley Cup para sacarse la espina

El 30 de Abril de 1986, tercer período del séptimo partido de la final de desaparecida conferencia Smythe que enfrentaba Edmonton Oilers con Calgary Flames. Con un 2 a 2 en el marcador del Coliseum de Edmonton.

Los locales, que buscaban a su tercera Stanley seguida, habían sufrido para igualar el enfrentamiento después de que los Flames se pusieran 2-0 en el partido decisivo de la serie. Calgary en un cambio al vuelo de jugadores entraba el puck en zona mediante Perry Berezan. El portero de los Oilers Grant Fuhr salía detrás de la portería para detener el puck y dejarlo en su defensa Steve Smith que veía como el capitán asistente de Calgary, Lanny McDonald se acercaba por el otro lado de la portería con un forecheck muy tímido. Smith hacía un desplazamiento cruzado que de forma inexplicable impactaba con la pierna de su guardameta y se materializaba uno de los autogoles más recordados de la historia de la NHL. Se puede ver la jugada:

El gol suponía el definitivo 3-2 con los que los Calgary Flames eliminaban a los Edmonton Oliers de Gretzky, Messier y compañía. Un error inexplicable por el propio Smith que se derrumbaba al ser consciente del error y en el apretón de manos final se le veía muy afectado también. Un momento cruel que sabe mal que ocurra incluso si eres seguidor del equipo rival. Además con el agravante que ese día, 30 de abril, Smith cumplía 23 años. Un regalo de cumpleaños de los peores que pueden recibirse.

Steve Smith materializó uno de los autogoles más recordados de la historia de la NHL

Los Calgary Flames acabarían subcampeones de la Stanley Cup cayendo 4-1 contra Montreal Canadiens aquella temporada y deberían esperar tres temporadas para ganar su única copa de campeones hasta el día de hoy, también contra el equipo de Quebec. Un año después Smith podía quitarse la espina. Los Oilers ganaban una Stanley Cup y Wayne Gretzky le entregaba la copa de campeones en primer lugar a Smith como premio por el mal trance pasado.

Smith repetiría el año siguiente, 1988 y al cabo de dos (1990) en las últimas copas Stanley que hay en las vitrinas de los Edmonton Oliers. El deporte tiene momentos muy tristes e injustos. Smith protagonizó uno muy recordado pero por fortuna pudo sacarse una espina enorme que le ha acompañado el resto de su vida.

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