Nada es para toda la vida, o al menos así lo dicta este famoso mantra, pero realmente hay cosas que no dan la sensación de cambiar, son esas cosas que se asientan durante años tanto sea en un lugar físico como en el imaginario colectivo; las franquicias deportivas profesionales serían un buen ejemplo.
Hay varios casos relativamente recientes en el mundo del deporte profesional norteamericano, serían los ejemplos de los Oakland Athletics de la MLB, los cuáles se mudarán a Las Vegas previo paso temporal en Sacramento. También los Oakland Raiders de la NFL, otro conjunto que dejó la Bahía para recalar en la ciudad del pecado; sin dejar la NFL están los casos de los Rams y Chargers, dos franquicias que abandonaron St. Louis y San Diego respectivamente para instalarse en Los Angeles. En la NBA, los Seattle SuperSonics se mudaron desde el estado de Washington hasta Oklahoma para pasar a ser los Thunder; en la NLL varios casos más,…y esto solamente con mirar los últimos 30 años. Pero, ¿y en la NHL?
La década de los noventa deparó hasta cuatro movimientos de franquicias con destino a una nueva localización, primero (en 1993) fueron los Minnesota North Stars que se fueron a Dallas para pasar a ser los actuales Stars, después vinieron los Quebec Nordiques en 1995 los cuáles se trasladaron a Denver, al año siguiente (1996) los Winnipeg Jets originales abandonaron Canadá para instalarse en Phoenix, ya en 1997 fueron los Hartford Whalers los que cambiaron de hogar, estos fueron a parar al estado de Carolina del Norte. Hasta 2011 no se vivió ningún movimiento de franquicias, momento en que los Atlanta Thrashers dejaron el estado de Gerogia para mudarse a Winnipeg y refundar la nueva encarnación de los Jets, por último están los Arizona Coyotes (los cuáles ya venían de una reubicación) que han visto como los problemas para construir una nueva arena los condenaba a reubicarse en Salt Lake City.
Alegría para unos, decepción para otros
En el momento en que empiezan los primeros rumores sobre una posible recolocación, los nervios comienzan a aflorar en los fans más acérrimos, intentando descifrar cuanto de cierto llevan esas informaciones tan negativas; por otra parte están los aficionados de la posible/probable nueva ciudad, estos también lo viven con pasión y una sonrisa que se va haciendo mayor con el paso de los días en caso de mantenerse dichos rumores.
Pero una vez la noticia se hace oficial, todo se precipita de una forma vertiginosa y radical, helando el corazón a más de uno y una. Es verdad, los fans derrotados, los que se quedan sin equipo al que animar, llegan a sentir un vacío en su interior difícil de compensar pero los verdaderamente afectados son los jugadores, sus familias y seres más cercanos, los trabajadores menos mediáticos de la franquicia y todos los negocios que de alguna forma mejoraban con la presencia del equipo en cuestión en su zona de influencia.
Desde fuera todo parece menos complicado, con que los jugadores se trasladen de ciudad y empiecen a jugar por esa ‘nueva’ franquicia, pero la realidad es otra mucho más enrevesada. Esos jugadores tienen familia, seres queridos que en muchos casos son hijos o hijas que ya están escolarizados y se les obliga a dejar atrás a sus compañeros con todo lo que representa a esas edades. Pareja con la que ya se han establecido en esa ciudad conformando el correspondiente grupo de amigos, algo que mudándose lejos también se pierde, eliminando de golpe una parte de las relaciones sociales muy importantes. ¿Y los negocios y empleados de la franquicia? Cuando un equipo juega, los locales de restauración, hoteles y demás tiendas de la ciudad lo notan en forma de incremento de la facturación, tanto sea con los aficionados locales como con los visitantes, dejando de ingresar de golpe unos ingresos regulares que les hacen aguantar y con los que cuentan a la hora de hacer balance; esto seguramente hace cerrar a más de un comercio.
Y los trabajadores que no siguen al equipo a su nuevo hogar dejan de ser imprescindibles para la franquicia y para el nuevo dueño, el cuál en muchos casos ya tiene esos mismos puestos de trabajo ocupados con otras personas; aquí esto se traduce en gente a la lista de desempleo. También la marcha de un equipo perjudica al hockey en las escuelas y demás lugares que se trabaja con la base, haciendo crecer el deporte helado en sitios donde no era tan habitual jugar en él, algo que una franquicia profesional hace de paraguas de todo lo demás y cuando se va deja un vacío el cuál desanima a muchos lugareños a seguir ligados a él (hockey).
Detrás de una mudanza de una franquicia a otra ciudad no solamente cuenta (en realidad sí, pero…) la opinión del propietario y la liga, en este caso la NHL, las miles de almas ligadas de una forma u otra al equipo también ven como de un día para otro su rutina/trabajo pasa a ‘nueva vida’; Algo que no sale en los titulares ni en las noticias pero que afecta de verdad a las personas ‘normales’ más allá de vender mejor o peor el producto.