Los Philadelphia Flyers de la 1973/74 completaron una temporada fantástica. El equipo ganó 50 partidos y cosechó 112 puntos. Los Flyers continuaron con su buen juego en los playoffs y avanzaron a su primera Stanley Cup, donde se encontraron con los favoritos Boston Bruins de Bobby Orr y Phil Esposito. Sin inmutarse, los Flyers despacharon a los Bruins en seis partidos para ganar su primera Copa.
Los Broadstreet Bullies se habían presentado en sociedad. Bernie Parent ganó los trofeos Conn Smythe y Vezina. El entrenador, Ray Shero, consiguió el premio Jack Adams y Bobby Clarke se hizo con el trofeo Lester B. Pearson. Reggie Leach, adquirido ese próximo verano desde los California Golden Seals, aportaría profundidad para redondear el conjunto.
Los Flyers de la 1974/75 tenían clara su misión, demostrar que eran más que un éxito de un día. Ese objetivo les llevaría a la mejor temporada de su historia. Philadelphia terminó como el mejor equipo de la NHL con 113 puntos y 51 triunfos. Tenían la defensa más férrea de la liga y encajaron únicamente 181 goles. Asimismo, la tendencia de los Flyers a intimidar y acosar sobre el hielo a sus oponentes creó un ambiente local especialmente hostil.
Clarke, capitán,encabezaba el cuadro de Filadelfia y anotó 27 goles y 116 puntos camino a su segundo trofeo Hart en tres ejercicios. Rick MacLeish terminó segundo en la anotación con 38 tantos y 79 puntos, mientras que Leach vio portería en 45 ocasiones para liderar al conjunto. En la meta propia, Parent cerró otra fenomenal temporada para los Flyers y se hizo con su segundo trofeo Vezina. El cancerbero de Montreal registró 44-14-9 con 12 porterías a cero y un promedio de 2,03 goles en contra por encuentro.
En otro orden de cosas, Dave Schultz estableció un récord de la liga por minutos de penalty y dio por bueno así el apodo con el que se bautizó a la franquicia durante aquellos cursos.
En los cuartos de final, los Flyers se enfrentaron a los Toronto Maple Leafs. Los Leafs llegaron confiados después de sorprender a los Los Angeles Kings en la primera ronda. Indiferentes a ello, Philadelphia se puso el mono de trabajo y barrió a Toronto. Los Flyers ahogaron a los Leafs y permitieron sólo seis goles en los cuatro partidos. Parent dominó la serie y dejó su puerta a cero en dos choques.
Philadelphia se citó con los New York Islanders a continuación, que aparecían en los playoffs por primera vez en su historia y habían remontado un 3-0 en contra en la fase anterior ante los Pittsburgh Penguins. Los Isles estuvieron a punto de repetir la historia después de encadenar tres victorias para empatar la eliminatoria de semifinales. Desafortunadamente para los aficionados de Uniondale, los Flyers evitaron el desastre en el séptimo duelo para avanzar a su segunda final por la Stanley Cup consecutiva.
Allí esperaban los Buffalo Sabres de la conexión francesa, segundo mejor conjunto de la campaña regular. Además, fue el primer encuentro entre dos equipos que no habían formado parte de los Seis Originales en la final en la historia de la NHL. Los dos primeros emparejamientos se decidieron por poco, pero cayeron del lado de Philadelphia. Sin embargo, nadie esperaba lo que aconteció en el tercer duelo.
Un clima inusualmente cálido sumado a la falta de aire acondicionado en el Memorial Auditorium de Búfalo llevó a que el partido se jugara entre una densa niebla. A la excentricidad reinante se incorporó un bate de béisbol, que voló cerca del hielo y cayó de nuevo en el público. Los Sabres se llevaron el choque y arrastraron su impulso para empatar el tanteo en el cuarto.
Con la eliminatoria en un 2-2 y de vuelta al Spectrum de Filadelfia, los Flyers se alimentaron del ambiente de su público para vencer en el quinto. En el Aud para el sexto, los Sabres lo intentaron todo para forzar el desempate, pero Parent tenía otras ideas y congeló a Buffalo para llevar a Philadelphia a su segunda Copa seguida.
Los Flyers parecían hechos para la sucesión en el trono dinástico de la NHL. No obstante y pese a arrasar de nuevo con todo en el ejercicio regular, los Montreal Canadiens barrieron a Philadelphia en su tercera aparición en cadena en la final por la Stanley Cup. En el guion indescifrable de la mejor liga de hockey sobre hielo del planeta, los Habs quedaron, con cuatro anillos, como la estirpe de unos años 70 en los que los Flyers vivieron su más célebre época como franquicia.