La retirada de un dorsal se reserva generalmente para aquellos jugadores únicos. No significa necesariamente reconocer a un ganador, sino al deportista que ha conseguido algo importante bien para colocar a su equipo en el mapa bien para ayudarlo a destacar. Rod Brind’Amour logró ambas para los Carolina Hurricanes, por eso en 2011 la franquicia descartó su número 17. El acto sirvió para honrar a un patinador clave en el desarrollo del deporte en Raleigh y darle la primera Stanley Cup al club en 2006.
Brind’Amour, seleccionado noveno absoluto por los St. Louis Blues en 1988, realizó la transición directamente de la universidad a la NHL y dicha decisión provocó que entrara en la liga con revuelo. Después de un breve periodo de tres años en Saint Louis, el center fue traspasado a los Philadelphia Flyers y empezó rápidamente a hacerse un nombre por sí mismo. En nueve temporadas con Philadelphia, ‘RBA’ anotó 235 goles y 366 asistencias.
Con esos números, el natural de Ottawa se convirtió en un favorito de la afición y en uno de los líderes del equipo como capitán alternativo. Brind’Amour se convirtió en una estrella y, por motivos todavía hoy controvertidos, ya fueran choques de ego con Lindros o no, el jugador de por entonces 29 años fue intercambiado a los Hurricanes, junto con Jean-Marc Pelletier, por Keith Primeau a mediados de la temporada 1999-00.
Un elemento necesario
En el cambio de siglo, los Hurricanes, que habían aterrizado en Greensboro en 1997 rebautizados desde los Hartford Whalers, aún estaban en proceso de construir su marca propia. Rod Brind’Amour llegó para construir un conjunto ganador, pero también para extender la pasión por el deporte en un mercado virgen. Además, la asistencia al Coliseum caía progresivamente, tanto que se llegó a cerrar el anillo superior. El estilo de juego de ‘Rod the Bod’, híbrido, le permitía conducir el puck y disparar de forma precisa, sin ser el mejor patinador sobre el hielo. No obstante, su principal virtud era intangible, su buena visión, mente rápida e inteligencia táctica.
Brind’Amour se unió a un equipo que se encontraba en medio de otra temporada a la baja en la que los Hurricanes terminaron novenos en la Conferencia Este. Sin embargo, el cambio de rumbo llegó más pronto de lo que muchos imaginaban y la siguiente temporada Carolina se clasificó por primera vez a los playoffs desde su traslado a la nueva ciudad. Los Hurricanes se toparon con los dinásticos New Jersey Devils y cayeron eliminados a las primeras de cambio. No obstante, significó el inicio de algo especial en Carolina y sirvió como una experiencia de aprendizaje vital para un club que prosperaba en una zona estéril para el hockey.
A la final
La temporada siguiente, los Canes llegaron a la final gracias, en parte, al buen hacer de la línea bautizada como ‘BBC’, formada por Bates Battaglia, Brind’Amour y Erik Cole. Carolina se quedó corto ante los Detroit Red Wings en la serie decisiva, donde el center demostró su importancia tanto en el marcador como en el vestuario. Pese a la derrota, los Hurricanes florecieron, aunque no repitieron la fortuna de volver a disputar la Copa. En 2004, el capitán, Ron Francis, colgó los patines y dos años después el club le confió la ‘C’ mayúscula a Brind’Amour.
En su primera temporada como líder, la 2006-07, ‘RBD’ encabezó la travesía de la franquicia hacia la consecución de su primera Stanley Cup, después de batir a los Edmonton Oilers en siete partidos. Brind’Amour rayó a un nivel excelso todo el curso: alcanzó los 70 puntos en la campaña regular y sumó otros 18 en la postemporada, pero sobresalió especialmente por su noble juego defensivo. De hecho, recibió el trofeo Selke como el mejor delantero defensivo de la liga.
Dos años más tarde, ‘Rod the Bod’, conocido por su resistencia a las lesiones, se rompió un ligamento cruzado en un partido contra los Pittsburgh Penguins. Con 37 años decidió emprender con éxito la costosa recuperación y regresó el curso siguiente para anotar 51 puntos en 80 partidos. Con Brind’Amour en la plantilla pero en el ocaso de su carrera, el equipo ofreció la alternativa de la capitanía al joven Eric Staal. El paso de la antorcha marcó el final oficioso de la era de ‘RBD’ con los Canes. Eventualmente, Rod Brind’Amour puso fin a su carrera con 452 goles, 732 asistencias y 1484 partidos en su haber. Carolina necesitaba alguien que le diera alas y lo que encontraron fue una pieza clave para alcanzar la gloria.