Hace unos días se hizo viral en España un vídeo de una pelea en la AHL. Los que seguimos el deporte sabemos que pasan muchas más cosas en la pista y que es una lástima que lo único que llegue aquí sea ese aspecto dan divisivo, pero tenemos que admitir que hubo una época en la que la violencia estaba mucho más presente. Una época en la que había jugadores cuyo papel era ser grande y fuerte para evitar que el otro equipo fuera a por los que marcaban goles. Una época en la que no podías ni respirar cerca de Wayne Gretzky sin llegar a conocer de cerca los puños de David Semenko.
Aunque el tema es controvertido, hay una película que lo trata con mucho humor (y una buena dosis de violencia y chistes guarros): Goon (2011), dirigida por Michael Dowse y escrita por Jay Baruchel y Evan Goldberg.
La película
Doug Glatt (Seann William Scott) es un fan del hockey de Massachusetts. Es muy buena persona, pero no es que sea muy listo y, en un partido, ataca a un jugado del otro equipo que está haciendo comentarios homófobos. El entrenador del equipo lo ve y decide ofrecerle un contrato como enforcer, aunque Doug apenas sabe patinar. Doug termina llamando la atención de un equipo de la AHL, que tiene un jugador francófono muy bueno (Marc-André Grondin), pero relegado a la AHL porque después de un mal placaje, ahora tiene miedo cuando sale a jugar. La película sigue los esfuerzos de Doug por hacerse un hueco en el equipo y defender a Xavier Laflamme, así como conseguir el respeto de su padre (Eugene Levy), conquistar a Eva (Alison Pill) y enfrentarse a Ross “The Boss” Rhea (Liev Schreiber), un enforcer de renombre.
La película no es para todos los públicos, por la violencia y los chistes de carácter sexual, pero es divertidísima y ofrece una visión un poco diferente de ese papel casi desaparecido del enforcer (parece que ahora estamos en la era del instigator…). Tiene además un cameo de Georges Laraque, antiguo jugador de la NHL (que tuvo además una breve carrera política en Quebec, quién lo iba a decir).
Yo suelo ser un poco más crítica con el tema de la violencia y las peleas en el hockey, pero he de admitir que esta es una de mis películas favoritas sobre el deporte. Además, Jay Baruchel (fan de los Habs a muerte, por cierto, y orgulloso vecino del barrio donde yo vivía en Montreal) me parece hilarante, para qué voy a mentir. La mayoría de los chistes son basiquísimos, ¿eh? Pero yo no necesito más para pasar un buen rato. La podéis ver ahora mismo en Prime Video y en Movistar.
De la segunda parte hablamos otro día…