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El Hockey en la pantalla: Del revés

En 2015, Disney-Pixar nos trajo una película en la que exploraba cómo funcionaban las emociones de una persona. Para ello, nos contó la historia de Riley, una niña que tiene que gestionar la mudanza de Minnesota a San Francisco, lo que incluye tener que jugar en un nuevo equipo de hockey. Así, seguimos las aventuras de Alegría, Tristeza, Ira, Asco y Miedo en esta nueva etapa de la vida de Riley.

Sin embargo, aunque el hockey es parte esencial de las experiencias de esta chica (nuestro deporte tiene hasta su propia isla en la parte de su mente que construye su personalidad), en esta primera entrega de Del revés, dirigida y escrita por Pete Docter y Ronnie del Carmen, tiene un papel algo secundario.

Trailer de Del revés.

Pero este verano la productora ha llevado a los cines una segunda parte de la historia de Riley, dirigida por Kelsey Mann, en la que por fin el hockey tiene un papel central.

Riley está terminando su último año antes del instituto y va a un campamento de hockey con sus amigas, al que también asisten las estrellas del equipo de su futuro instituto, las Firehawks. Por desgracia, esto coincide con la llegada de nuestra protagonista a la adolescencia, con lo que las emociones ya conocidas reciben a cuatro nuevas compañeras: Envidia, Vergüenza, Aburrimiento y, en especial, Ansiedad. Esta última será la que tome el control cuando Riley intente relacionarse con las chicas del equipo, descubra que sus mejores amigas irán a otro instituto y tenga que prepararse para un partido que puede decidir su futuro como jugadora.

Sobre todo es una película de hockey que habla de cosas tan esenciales en nuestro deporte como el valor del equipo más allá del jugador individual

Ansiedad toma el control cuando Riley intenta relacionarse con las chicas del equipo, descubre que sus mejores amigas irán a otro instituto y tiene que prepararse para un partido que puede decidir su futuro como jugadora.

Trailer de Del revés 2.

Es una película muy bonita, con un mensaje muy positivo sobre ser uno mismo, pero también sobre el valor de sentir todas nuestras emociones y aceptarlas, entendiendo que cada una tiene su función.

Y sobre todo, es una película de hockey que habla de cosas tan esenciales en nuestro deporte como el valor del equipo más allá del jugador individual. Y eso se nos muestra en una serie de escenas de partidos y entrenamientos muy realistas y trabajadas. La animación es preciosa y los detalles son totales: los cascos con cage, los protectores bucales, los patines, la textura del puck… Es que hasta el sonido del hielo está perfecto. Si no fuera porque la vi en el cine de verano y hacía un calor terrible, me habría sentido como si estuviera en una pista de verdad viendo a Riley jugar.

Escena en la que podemos ver a Riley y a sus amigas jugando al principio de la película.

Y como, para variar, la vi en castellano, no puedo evitar comentar la traducción para doblaje, que corre a cargo de Pablo Fernández Moriano. Creo que traducir cosas sobre hockey para el público general es muy complicado, porque es una audiencia que no suele tener referencias sobre cómo funciona este deporte y el medio audiovisual no deja espacio para explicaciones. En mi opinión, el traductor consiguió que se entendiera perfectamente lo que estaba pasando, aunque a veces a un fan del hockey le pudiera resultar un poco chocante alguna cosa (como cuando mandan a Riley al «banquillo» tras cometer una falta y nosotros sabemos que donde está yendo es a la penalty box). En general, me parece que fue un trabajo cuidado y bien hecho.

Riley cumpliendo sus dos minutos de penalización.

La película se puede ver todavía en algunos cines y podemos suponer que no tardará mucho en estar disponible en Disney+.

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Fan de los Pittsburgh Penguins (y de las pelis malas sobre hockey).

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