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El guardián de la copa, el segundo mejor trabajo del mundo

La gran copa de 15kg y casi un metro de altura que gana cada año un equipo de la NHL tiene una personalidad propia debido a la historia que tiene, de más de 130 años.

Más allá de los orígenes y de la de ir añadiendo el nombre de jugadores, entrenadores y directivos del equipo que la gana anualmente, existe una figura interesante y particular que se encarga de guardar y acompañar a la copa en los suyos viajes constantes que pueden rondar entre 300.000 y 400.000km al año. Se trata de un equipo de 4 personas que se dividen el importante trabajo de velar la copa y tratarla con respeto y minimizando el mal uso que algunas personas le puedan dar.

Los conocidos popularmente como ‘Cup Keepers’, acompañan la copa allá donde va y conocen a los jugadores ganadores cada temporada

Los cuidadores de la copa son trabajadores del Salón de la fama de la NHL de Toronto que se encargan de transportar la copa allá donde debe ir, viajando unos 300 días al año. Actualmente son 4 y algunos de ellos llevan casi 40 años haciendo este trabajo. Desde hace unas temporadas se ha incorporado por primera vez a una mujer. Acompañan la copa allá donde va y conocen a los jugadores ganadores cada temporada. Visitan diferentes países y asisten y seleccionan eventos en los que se reclama la presencia del trofeo.

Phil Pritchard, cuidador de la copa, detrás de Sharp vigilando el buen hacer con la Stanley Cup | NBC

Mientras el equipo ganador de la copa celebra en el hielo su cuarta victoria en la final de la competición, unas personas con guantes blancos hacen camino entre el caos y acomodan la copa sobre una mesa para que el comisionado de la NHL la entregue al capitán del equipo ganador. Han explicado a los medios que habitualmente los protagonistas no quieren ver la copa hasta que se entrega al vencedor. Y que cuando se hace el acto solemne ellos desde primera fila detectan el alivio, al conseguir, por fin, el ansiado título.

Miragh Bitove, primera mujer cuidadora de la copa | ESPN

En los días siguientes, como sabemos, se ofrece la copa a la afición y forma parte de los actos de celebración en la ciudad del equipo ganador. La copa incorpora al cuidador en el tour de los campeones y éste procura que el respeto que todo el mundo le tiene se mantenga. Durante 100 días, aproximadamente, los ganadores se la van repartiendo individualmente. El capitán y los asistentes le tienen algo más que el resto, día y medio o dos, mientras el resto de personas pueden disfrutar de ella durante un día. Es habitual que los jugadores la lleven a su sitio de origen, por lejos que sea. Debido a la procedencia de los deportistas de las franquicias NHL, la copa y sus cuidadores viajan a muchos países del mundo durante el verano, a menudo a Europa y Rusia. Y además han vivido muchas situaciones inverosímiles.

Algunas supersticiones o excentricidades en las celebraciones de los jugadores cuando la disfruten de forma particular. Tras el tour de celebración, la copa se repara y prepara para los actos el resto del año. Está presente en partidos que se juegan fuera del territorio americano, actos de promoción de la NHL varios, desfiles e innumerables situaciones en las que los aficionados pueden fotografiarse. La copa se traslada encajada pero en ocasiones hay accidentes que hacen que el mantenimiento aumente en la temporada baja. Hay varias copas, el original no se mueve del salón y la réplica corregida es la que viaja.

Tras el tour de celebración, la copa se repara y prepara para los actos el resto del año

Capítulo aparte por el cuidador Phil Pritchard. Actual vicepresidente del salón de la fama, desarrolla este trabajo desde 1988 y amenaza con que no va a plegar hasta que su equipo, Toronto Maple Leafs, no lo gane. Es la cara visible de los porteros de la copa y quien más entrevistas ha dado a lo largo de su trayectoria hablando de su trabajo. Anécdotas sorprendentes sobre las celebraciones y la tarea de procurar que nadie se pasara de la raya. Sin embargo, según Pritchard, se ha permitido bautizar bebés en ella, utilizarla de vaso o de plato para comer, incluso de mascotas y no se ha podido evitar que se estropee en algún viaje. Muchas anécdotas y celebraciones en las casi 4 décadas acompañándola. Como ejemplo Pritchard, pese al respeto que tiene por la copa y que se negó al principio, llegó a beber vodka de la copa al pisar suelo ruso casi obligado por dos leyendas que la ganaron con Detroit, Larionov y Fetisov.

Phil Pritchard acompañando la Stanley Cup en una visita en Los Angeles| LA Times

Otros nombres de los últimos cuidadores son Craig Campbell, que lleva como Pritchard desde 1988, Howie Borrow o Mike Bolt, que fue el afortunado de ir a Afganistán con ella a ofrecerla a las tropas desplazadas allí y Miragh Bitove, en salón desde 2003 y desde 2023 encargada también de velar la copa como primera mujer en la historia en hacerlo.

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