El hockey hielo es el deporte en equipo más dinámico y rápido del mundo, como suele presumirse. Una mezcla perfecta entre forma física y habilidad técnica. Dominio del patinaje, equilibrio, visión de juego, atención a las cargas, pertenencia al equipo, compañerismo, talento, control mental, recuperación en el esfuerzo, intensidad, dosificación… Aquellos que han jugado les ha enganchado completamente, más allá de su nivel. La mayoría de quienes llegan a la edad adulta y lo dejan es por lesión, porque no saben lo suficiente y no tienen oportunidades o porque no pueden manejar el nivel de exigencia. Pero les sigue corriendo el hielo por las venas el resto de sus vidas, sin remedio.
También es un deporte en el que hay peligros, no debemos engañarnos. Las protecciones mejoran la seguridad pero es una actividad donde hay contacto y un despiste propio o de un rival puede comportar consecuencias graves. Conmociones cerebrales, roturas de huesos o esguinces de articulaciones. Forzar para jugar y hacer crónicas algunas dolencias. Infiltraciones por no abandonar al equipo en un momento importante de la temporada.
Aunque en las últimas décadas el reglamento ha mejorado mucho la protección al jugador para minimizar algunos de estos riesgos. Ahora se persiguen las cargas por la espalda y en la cabeza como nunca con sanciones severas. No se toleran salidas de tono ni peleas de ningún tipo (en el reglamento IIHF). Se busca minimizar el tiempo de juego pero sin poner en peligro la integridad de los deportistas.
Es un deporte que tiene mala prensa (en estos lares del Atlántico). Violencia, malos comportamientos en el pasado, agresividad. Una barrera prácticamente infranqueable, casi tan alta como el reglamento. No es fútbol y no se juega en los patios, así que cuesta más introducir a los jóvenes para su seguimiento. Además deben saber patinar para practicarlo. Se necesita material que no es barato aunque los clubs suelen dejarlo para empezar y después hay también mercado de segunda mano con los más grandes. Las instalaciones son contadas, sobre todo en España, y caras de mantener, por lo que las cuotas mensuales que deben satisfacer los deportistas no son comparables a otros deportes. Pero los niños que juegan desarrollan valores que en otros deportes están pervertidos.
Socializando con el hockey
No diré que no exista el exceso de competitividad de padres que se traslada a hijos como desgraciadamente vemos en otros deportes más dominantes. Pero se hacen muchos amigos en otros clubs. Se convive a menudo en casa de los rivales en pista para hacer más llevable el desplazamiento. En el caso del estado español se hace liga desde la categoría U15 y se viaja por todo el territorio. A partir de U18 existen mundiales anuales que permiten a los deportistas conocer otros países y culturas mientras compiten a nivel de selecciones. En edad senior si tu equipo gana la liga se clasifica por las primeras rondas de la Continental Cup y se viaja a otro país para jugarse la clasificación por la siguiente ronda.
Los deportistas más destacados consiguen plaza más fácilmente en estudios superiores relacionados con el deporte, ya que son considerados deportistas de élite. Además si van al extranjero tienen oportunidad de seguir mejorando su nivel y quién sabe si viviendo del hockey. Cada vez más el mundo es global y con ganas, constancia y talento el límite está allí donde la persona quiere ponerlo
En los primeros años formativos las diferencias respecto a otros países no es tan grande. A partir de la adolescencia allí donde es un deporte más importante, sí que los programas de desarrollo y tecnificación generan muchas diferencias. Y esto significa más recursos que ponen las familias en buena medida.
Vemos cómo padres llevan a sus hijos a jugar o entrenar lejos de casa, a veces a horas en coche de su domicilio. Hacen malabarismos para que los jugadores lleguen a los partidos los fines de semana. Y pagan lo que les piden entendiendo la dificultad de los clubs por mantener salud económica.
Un deporte minoritario poco conocido en según qué lugares (en varias zonas del globo) que no acaba de evolucionar ni explotar pero que como tantas otras cosas en la vida deben empezar por el pequeño gesto de quienes le aman y siguen. Anime a su entorno y sobre todo apunte a sus hijos e hijas a practicarlo.
Así que actualmente los practicantes de hockey hielo suelen ser gente con algún predecesor o conocido cercano que ha jugado, o que vive cerca de la pista, que le ha llamado mucho la atención por algún motivo.
Los videojuegos por suerte han hecho muy buen trabajo. ¿Cuántos de vosotros os habéis aficionado a la NHL debido al juego de la consola? Este tipo de aficionado sigue las máximas ligas pero le cuesta mucho aficionarse a las competiciones locales por la diferencia lógica de nivel, pero si tiene la oportunidad apunta a sus hijos al extraescolar de hockey hielo por más sacrificio que le suponga. ¿Y tú ya lo has hecho? ¿A qué esperas?