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Historia

Los Red Wings de los 60: grandes temporadas de decepción y sequía

Detroit alcanzó las Finales cuatro veces en un lapso de seis temporadas de 1961 a 1966 y perdieron en cada ocasión.

La leyenda de los Red Wings Sid Abel es un adjetivo acertado. Era un tipo sumamente capaz, véase en el hielo como center organizador All-Star y capitán de los equipos ganadores de la Stanley Cup en los 40 y 50, detrás del banquillo durante 14 temporadas en Chicago y Detroit o en la cabina durante tantos años como el comentarista de voz reconocida en las retransmisiones de los Wings. El viejo ‘Bootnose’, que falleció en el 2000 a los 81 años, fue admitido en el Salón de la Fama del Hockey en 1969. Hoy, su número retirado cuelga del techo del Little Caesars Arena.

En una vida llena de logros, sin embargo, uno esquivó a Abel: ganar una Stanley Cup como entrenador. De hecho, perdió en las Finales cuatro veces – todavía el récord de la NHL de decepciones entre los entrenadores. Las cuatro llegaron dentro de un lapso de seis años en los 60, el último tramo de competitividad de los Wings antes de caer en un largo duelo en los 70 y 80.

Ted Lindsay, Sid Abel , and Gordie Howie of the Detroit Red Wings, pose together before a game on October 15, 1964 at the Detroit Olympia in Detroit,...
Ted Lindsay, Sid Abel y Gordie Howe, de los Red Wings, juntos antes de un partido en 1964. Getty Images

Es cierto que el camino a las Finales era menos arduo entonces. En los días de los Original Six, cuatro de seis equipos entraban en la postemporada cada primavera y únicamente había dos rondas de playoffs. En un tramo de 33 temporadas entre 1934 y 1966, los Wings se metieron en las Finales con mucha frecuencia, aparecieron en 18 Finales y ganaron la Copa siete veces: en 1936, 1937, 1943, 1950, 1952, 1954 y 1955. De no ser por algunas jugadas desafortunadas, los Wings pudieron haber sumado otro cáliz o dos durante la etapa de Abel en los 60.

Abel, que había pasado dos temporadas como jugador-entrenador en Chicago, estaba en su cuarta temporada como entrenador de los Wings cuando guio a un equipo cuarto y por debajo del .500 a una inesperada aparición en las Finales contra los Chicago Blackhawks, terceros, en 1961. Las Finales del 61 fueron las primeras de la historia disputadas por un tercero y un cuarto. Los Hawks, de altos vuelos, incluidos Bobby Hull, Stan Mikita y Kenny Wharram, mantuvieron la presión sobre la pareja de porteros de Detroit, Terry Sawchuk y Hank Bassen. Después de que el gol del rookie Bruce MacGregor llevara a Detroit a un triunfo por 2 a 1 en el Game 4 que empató la serie a dos partidos, Chicago entró en erupción con seis goles en el Game 5 y cinco más en el Game 6 para capturar la Copa. Esa resultaría ser la única Stanley Cup no ganada por Detroit, Montreal o Toronto durante toda la era de los seis equipos.

Dos años después, los Wings, cuartos, presentaron otra candidatura al campeonato. Las Finales del 63 ofrecieron a Gordie Howe – que acababa de ganar sus sextos y últimos trofeos Art Ross y Hart – contra los férreos Toronto Maple Leafs. Los Leafs prevalecieron en cinco partidos, pese a que Howe lideró las eliminatorias en anotación.

La derrota ante los Leafs en las Finales del 63 no fue ni la mitad de dolorosa como sería la de las Finales del 64. Una vez más, los Wings terminaron cuartos, y una vez más sorprendieron a los Blackhawks, segundos, para hacerse con un puesto en las Finales contra Toronto. Fue una serie emocionante y apretada, con los Wings sacando adelante un triunfo por 2 a 1 para ponerse a una victoria del campeonato.

El Game 6, jugado el 23 de abril de 1964 en el Olympia, se convirtió inmediatamente en una parte integral de la tradición del hockey. El marcador estaba empatado a tres al final del tercer periodo cuando el defensa de los Leafs Bob Baun fue golpeado por un disparo en su patín y tuvo que salir del hielo y marcharse al vestuario en camilla. Pese al dolor, Baun insistió en que el preparador vendara firmemente lo que se diagnosticó más tarde como una rotura de tobillo. Al 1:43 del primer periodo de prórroga, Baun, cojeando, empaló el puck desde justo dentro de la línea azul hacia la portería de Detroit. El disparo aparentemente inofensivo se envenenó, sin embargo, tras rebotar en el defensa de los Wings Bill Gadsby y encontró su camino hacia la red después de esquivar a Doug Barkley y Sawchuk. El triunfo por 4 a 3 dio vida a Toronto. Dos días después, los Leafs batieron a la desmoralizada escuadra de Abel, 4 a 0, en el Game 7 en Toronto.

El fracaso de Abel de no ganar una Copa detrás del banquillo no desmerece de ninguna manera una excelente vida en el hockey

La mejor y última oportunidad de Abel de llevar a los Wings a la Stanley Cup llegó dos años después, en 1966. Los Wings, cuartos, cenicientas, pusieron a los Canadiens, primeros, en un agujero sin precedentes y ganaron los dos primeros partidos de las Finales en el Montreal Forum. Era la primera vez que los Canadiens habían perdido los dos primeros partidos de una serie de playoff en hielo local.

Los Wings cogieron el tren dirección Detroit llenos de confianza. Los siguientes dos partidos tenían lugar en el Olympia. Para más inri, el acrobático cancerbero de Detroit, Roger Crozier, estaba en su mejor forma. No obstante, Montreal ganó el Game 3, 4 a 2, y luego se llevó por la mínima el Game 4, 2 a 1. Ambos goles fueron encajados por el suplente Hank Bassen, que fue llamado para sustituir a Crozier al principio del partido después de que se lesionara en un choque en boca de gol. Jugando con la rodilla izquierda magullada, Crozier estuvo por debajo de su nivel en el Game 5 y Montreal irrumpió para triunfar por 5 a 1.

Habs vs Red Wings | Octopus Thower

La noche del 5 de mayo de 1966, los Red Wings albergaron el último partido de las Finales jugado en el Olympia. Terminaría siendo uno de los partidos más polémicos nunca vistos en el pabellón. Con Detroit abajo por un gol a mitad del tercer periodo, Floyd Smith anotó para empatar el partido a dos. Siguió así hasta los primeros minutos de la prórroga, cuando Henri Richard navegó hacia la meta de Detroit. El defensa de los Wings Gary Bergman lo perseguía mientras el ala izquierda de los Canadiens Dave Balon centraba la pastilla desde la esquina. Richard, que a estas alturas había sido derribado por la entrada de Bergman y se deslizaba hacia Crozier como un trineo sin control, llegó al mismo tiempo que el puck. La pastilla golpeó a Richard mientras ambos se deslizaban tras Crozier y entraban en la portería para el gol ganador de la Copa. Abel y los Wings estaban furiosos y mantenían que Richard había introducido el puck con su guante, brazo o codo, pero el gol contó.

Después de esa descorazonadora y polémica derrota, los Wings entraron rápidamente en la mediocridad y se perdieron las eliminatorias las siguientes tres temporadas. Pasarían casi tres décadas antes de que los Wings aparecieran en las Finales de nuevo. Abel pasó por St. Louis y Kansas City por un tiempo en los 70 antes de establecerse en la cabina de retransmisiones, donde sus charlas sencillas y bien fundadas con Bruce Martyn le hicieron un favorito de los aficionados.

El fracaso de Abel de no ganar una Copa detrás del banquillo no desmerece de ninguna manera una excelente vida en el hockey. Aún así, Sid admitía ocasionalmente que, por supuesto, hubiera sido bonito.

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