La NHL tiene muchas tradiciones y supersticiones increíbles que por respeto muchos jugadores quieren mantener. Dejarse barba mientras el equipo está vivo en la fase final, no tocar la copa de la final de conferencia (no tan extendida y seguida como la anterior) y el capitán, como ocurre en otros deportes, es el encargado de recibir la copa y levantarla por encima de los hombros siendo el primero por ofrecerla a la afición. Después acostumbra a pasarla en primera instancia a los capitanes asistentes siguiendo un orden de jerarquía.
En la edición 23-24 el capitán Barkov levantó la gran copa conmemorativa y buscó a continuación a Sergei Bobrovski en reconocimiento a su trabajo. Y en la final de conferencia vimos como animados por el entrenador Maurice, Florida no tocaba el trofeo Príncipe de Gales como campeones del este ni los Oilers el Clarence Campbell como vencedores del oeste. Pero esa superstición de tocar la copa daría por un capítulo aparte.
Hay que tener en cuenta que antes de 1930 no se entregaba la copa nada más terminar el partido. Además, antes de 1950 no era tradicional levantar la copa y ofrecerla a la afición para que la viera mejor. El primero fue Ted Lindsay, capitán de Detroit Red Wings, empezando una bonita tradición levantando el trofeo y patinando por la pista en solitario.
Además ha habido ocasiones en las que ni se ha dado la copa por varios motivos: En 1919 cuando se tenía que jugar el sexto y definitivo partido entre Seatle Metropolitans y Montreal Canadiens y los canadienses contrajeron la gripe y un jugador, Joe Hall murió. Ese año no hubo ganador y se inscribió los dos nombres de los finalistas con un añadido “serie no completada”. En el cierre patronal de 2005 no hubo ninguna copa en juego.
Pero el hecho de que los capitanes son los primeros del equipo que levantan la copa y dan una vuelta de honor ha habido excepciones que no se ha producido por diferentes motivos, repasamos las razones que han llevado a romper esta tradición deportiva en la NHL.
No siempre el capitán levanta la copa primero
En 1987 Wayne Gretzky, después de levantarla, la entregó a su compañero Steve Smith, que un año antes marcó en propia puerta el gol definitivo de la serie contra Calgary Flames y que evitó que los Oilers llegaran por 4ª temporada consecutiva en la final de la Stanley.
En 1993 Guy Carboneu, capitán de los Montreal Canadiens, le entregó a Denis Savard, vestido de calle y actuando como entrenador asistente después de no jugar buena parte de los playoff por una lesión en el tobillo, la copa después de levantarla. Savard era un hombre que había jugado en los inicios en Quebec y que se esperaba que fuera escogido una década antes para jugar en el equipo, pero finalmente puso rumbo a Chicago donde jugó buena parte de su carrera antes y después de ganar la última Stanley de Montreal hasta el día de hoy.
En 2001 Joe Sakic, el capitán y líder absoluto de los Colorado Avalanche, le dio a Ray Bourque sin levantarla. Sakic después la levantó en segunda posición. Bourque, entre la euforia de los Avalanche en el séptimo partido de la final, jugaba su último partido en la NHL después de 22 años. Había jugado siempre por Boston Bruins, una leyenda con el número 77 retirado, y un año antes había sido traspasado en la ventana de los playoff. Un punto y final inmejorable por un gran defensa
La tradición se mantiene casi siempre en que el primer capitán es el encargado de ofrecer la copa a la afición, pero en la que el segundo que recibe el relevo depende ya de las circunstancias y de los equipos. Normalmente se escriben artículos cada año en los que se especula sobre quién será el segundo en recibir la copa. Los capitanes asistentes, un veterano que nunca le había ganado, un jugador que ha pasado una mala temporada por motivos extra deportivos, un novel prometedor, una leyenda de la casa… los motivos son variados ya veces las personas deciden cambiar según qué rituales.
A partir de ahora, querido lector, ya tienes algo más en el que fijarte el día que se entrega la copa.