La temporada 2007/08 entró en la historia de la NHL como uno de los capítulos más singulares e interesantes de la por entonces corta trayectoria de los Minnesota Wild. En el hockey, la capitanía suele simbolizar liderazgo, dirección y unidad, pero los Wild se desmarcaron de dicha filosofía y decidieron nombrar a no uno, ni dos, sino cinco capitanes para esa campaña. El movimiento sin precedentes les diferenció y generó un debate que continúa hasta la fecha, pues aún resulta complicado entender por qué el título rotó entre cinco jugadores: Marian Gaborik, Pavol Demitra, Mark Parrish, Brian Rolston y Nick Schultz.
Los Wild, fundados en el 2000 como un equipo de expansión, habían disputado sus primeros seis cursos sin nombrar un capitán y habían rotado las comandancias alternativas hasta entre seis jugadores en un solo ejercicio. Si bien esta no es una práctica extraña, ya que existen equipos que la llevan a cabo hoy día cuando no disponen de un capitán, Minnesota rizó el rizo. El conjunto de Saint Paul decidió rotar la ‘C’ mayúscula entre cinco jugadores diferentes a lo largo de la temporada. Cada uno la lució durante un mes antes de pasársela al siguiente.
La decisión de emplear un sistema de cinco capitanes tuvo su origen en el deseo de gestionar los distintos estilos de liderazgo dentro de la plantilla. Al distribuir la capitanía entre varios jugadores, los Wild buscaron establecer una dirección colectiva y común que representara las diferentes facetas de la identidad del equipo. El extraño enfoque resultó, en suma, en un experimento arriesgado que probó los límites de lo tradicional con la esperanza de encontrar el líder perfecto para el equipo.
Los cinco capitanes
Gaborik, el atacante más dinámico del equipo, aportó su capacidad innata para predicar con el ejemplo en el hielo. Su incomparable ética de trabajo inspiró a sus compañeros a esforzarse al máximo. Asimismo, su calidad técnica y su olfato goleador marcaron el ritmo de la ofensiva del conjunto. Su capitanía subrayó la importancia de la excelencia individual dentro de la estructura colectiva del equipo. El extremo derecho terminó la campaña con 42 goles y 41 asistencias, la mejor de su carrera, que finalizó en 2018.
Rolston, conocido por su dedicación y su fuerte juego en los dos extremos del hielo, representó los valores de la disciplina y la consistencia. Su calmada presencia en la pista y su inteligente toma de decisiones influía en sus compañeros a través de una férrea defensa y unas puntuales contribuciones en ataque. La capitanía del center de Flint, Michigan, destacó el significado del liderazgo responsable y la corrección en el juego. Desafortunadamente para los Wild, fue uno de los tres capitanes que no regresó para el siguiente curso.
Schultz, defensa robusto conocido por una inquebrantable dedicación, personificó la ética de trabajo del obrero. Su compromiso con el juego físico a la hora de bloquear disparos y sacrificarse por el colectivo demostró la importancia de la resistencia y la generosidad. El defensa canadiense anteponía el conjunto a lo individual dentro y fuera del hielo. Schultz, infravalorado durante la década que defendió los colores de Minnesota, no aportó mucho ofensivamente, pero cumplió su tarea de detener a las primeras líneas de los rivales y soportar las situaciones de presión.
Demitra incorporaba una increíble capacidad organizativa con su dinamismo en la zona de ataque. El extremo izquierdo registró 54 puntos en 68 encuentros aquella temporada con 33 años en la NHL. El checo era un imán para sus compañeros y dejó buena impresión en todos aquellos que jugaron a su lado. Demitra también dejó Minnesota en el verano posterior a la 2007/08.
Finalmente, Parrish, en el segundo año de un contrato de tres que había firmado con el club de su ciudad, asumió la capitanía de Minnesota en dos meses distintos durante el curso. Pese a no poseer el talento ofensivo de Gaborik o Demitra, el extremo derecho de Bloomington se entregaba al escudo con una ética de trabajo que le llevó a aparecer en más de 700 partidos en la liga. Parrish fue el tercero de los cinco capitanes de aquella campaña que no formó parte de los Wild el año siguiente. En su caso, se finiquitó su trato para ahorrarle dinero al equipo.
El legado del quinteto
Los cinco capitanes se complementaron y formaron un liderazgo equilibrado que ahondaba en todos los aspectos del deporte. La responsabilidad compartida generó un sentimiento de unidad y camaradería dentro del equipo que trascendió a las jerarquías tradicionales de los vestuarios de la NHL. Los jugadores asumieron sus papeles y el equipo terminó primero en la división Central, aunque perdió en la primera ronda de los playoffs ante los Colorado Avalanche en seis partidos.
En definitiva, el intento de los Wild de desmarcarse de lo convencional surtió efecto durante la temporada regular, pero no funcionó cuando llegó el momento de la verdad. El legado del equipo de los cinco capitanes, una anomalía en la historia de la liga, intriga a los aficionados al hockey, que todavía hoy se preguntan el motivo que llevó a los Minnesota Wild a romper los esquemas del liderazgo en 2007.