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Historia

El infame lockout de 2004/05

Casi dos décadas después, el cierre patronal de la NHL sigue siendo una herida abierta en el corazón de muchos fans.

Corría el año 2004, a finales de la primavera los Tampa Bay Lightning se estrenarían como campeones de la Stanley Cup por primera vez en su historia al derrotar a los Calgary Flames en siete emocionantes encuentros, con el paso de los meses y llegando el verano a su fin las negras nubes se cernerían completamente sobre la NHL tras varias semanas acechando, creando con ello la tormenta perfecta que dejaría a los aficionados sin la mejor liga de hockey hielo del mundo una temporada completa.

Hacía meses que todo indicaba que el cierre patronal era inevitable después de la avalancha de declaraciones acusatorias entre el sindicato (NHLPA) y la propia liga (NHL) que se habían ido sucediendo en los distintos medios de comunicación existentes en la época. Pero nadie creía que fuera más allá de una medida de presión para ceder la otra parte, unas semanas de duras negociaciones las cuáles dejarían el calendario más apretado pero ya está. Finalmente nada de esto sucedería, las conversaciones se enquistarían y la cruda realidad se haría palpable a todos los niveles, la temporada 2004/05 estaba tocada de muerte.

Aprovechando las negociaciones por un nuevo convenio entre la liga y el sindicato, los propietarios querían instaurar el límite salarial para controlar mejor los gastos en sueldos

Durante las primeras semanas de lockout, los fans seguían esperanzados que tras unos días de rotura total entre sindicato y liga, las negociaciones volverían a su cauce y no tardarían en solucionar el tema, por el bien de la NHL y del propio deporte. Pero ninguna de las dos partes quería ceder ni un milímetro, superando diferentes “fechas límite” las cuáles representaban distintos puntos de no retorno, como por ejemplo el de celebrar una temporada completa de 82 partidos muy apretada, después una de 45 para más tarde a la imposibilidad de tan siquiera competir en dicho formato reducido, todo esto ante la incredulidad de los aficionados.

¿De donde se venía?

La NHL se encontraba en un estado de salud económica mejorable, muchísimas franquicias tenían perdidas derivadas de los grandes sueldos de los jugadores en comparación con sus ingresos propios, en total la liga (sumando los números de todas las franquicias existentes) tuvo unas pérdidas de $273 millones durante el curso 2002/03. Dichos sueldos representaban el 76% de los ingresos, la cifra más alta entre todas las grandes ligas, algo que los propietarios con Gary Bettman al frente querían corregir instaurando el famosos límite salarial “duro” utilizado en la NFL.

Sakic era uno de los jugadores con un sueldo más alto | ESPN

La NHL quería que el límite salarial “bebiera” de las cifras de ingresos totales de la liga, pasando de un 76% de gastos en sueldo a una cifra alrededor del 50%, así los jugadores y propietarios se repartirían el pastel a partes iguales. Este sería el gran caballo de batalla en las negociaciones entre la NHL y el NHLPA.

¿Era necesario el límite salarial?

En la perspectiva de los jugadores evidentemente que no, pero la realidad era que cada vez había más diferencia entre las franquicias ubicadas en los mercados denominados grandes (Toronto, New York, Chicago,…) ante los que afincados en otros de tamaño mediano o pequeño (Pittsburgh, Edmonton, Columbus,…). Grandes jugadores debían abandonar las plantillas de los equipos más modestos solamente por el tema económico, mientras que los equipos “ricos” iban amasando una gran cantidad de talento entre sus filas (básicamente como el futbol en Europa), algo que la liga quería corregir.

Esto, además de crear una barrera cada vez más amplia entre los distintos sectores de franquicias, provocaba que muchas de ellas tuvieran dificultades económicas graves, alejando de la liga a posibles inversores viendo los fríos números. Los equipos de los mercados grandes apostaban muchas veces por grandes gastos en sueldos pero esto tampoco les impedía presentar pérdidas al final del curso, mientras que los más pequeños o medianos si querían competir de tú a tú con ellos debían lidiar con unas enormes pérdidas o bien gastar poco y no luchar nunca por ganar la preciada Stanley Cup.

Para igualar la competición en el plano deportivo y hacerla viable y atractiva económicamente hablando, el salary cap era inevitable

Los jugadores, representados por la figura de Bob Goodenow, veían que con dicha instauración salarial perderían capacidad económica y libertad de negociar con las distintas franquicias, sobre todo al principio cuando se adaptaran los antiguos contratos vigentes a la posible nueva normativa.

Jagr era miembro de los Rangers en plena época dé derroche en sueldos | NHL.com

Dicho sea de paso, muchas franquicias de las que apostaban por un gasto proporcional desorbitado en sueldos no lograron nunca el premio gordo en forma de Stanley cup, quedándose lejos de los objetivos soñados, seguramente los New York Rangers fueron los máximos expositores de este sistema.

Resolución

Así, tras 310 días de cierre patronal (del 16 de septiembre de 2004 al 22 de julio de 2005), ambas partes cerrarían las negociaciones por el nuevo convenio colectivo entre liga y sindicato no sin varias heridas sin resolver del todo. El anhelado (por los propietarios) límite salarial era el tema estrella dentro de las muchas nuevas medidas que establecía el nuevo CBA, pero la sensación general era los jugadores habían finalmente cedido a la presión económica tras varios meses de no contar con ingresos fijos.

La figura de Gary Bettman, comisionado de la NHL, salió muy reforzada mientras que la del máximo representante del sindicato, Bob Goodenow, fue totalmente distinta. Los dos mantuvieron una relación muy tóxica durante las negociaciones, incluso “fueron apartados” de ellas en el periodo final antes de la cancelación definitiva de la temporada para así intentar dar un nuevo aire menos negativo a las reuniones con sus segundos y terceros al mando, algo que tampoco prosperó.

Bettman y Goodenow | ESPN

No cabe duda que este infame lockout tuvo muchos aspectos negativos, el único positivo es que la liga abrazó una paridad deportiva y viabilidad económica actualmente palpable, pero en definitiva fue para olvidar, sobre todo para los fans. Estos fueron privados de su deporte y liga favorita durante una campaña completa, algo que afectó muchísimo al negocio relacionado con el hockey pero que por suerte parece destinado a no repetirse viendo las relaciones a día de hoy entre liga y sindicato, que lejos de ser de manifestar opiniones idénticas sí son similares, al menos en cuanto a no repetir los grandes fallos del pasado.

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