Vivimos una época en que cualquier tipo de violencia es rechazada. Y con razón. Huimos de esas actitudes en las que se solucionan las cosas a golpes y empujones. Y señalamos agresores para intentar corregir su actitud y que sirva de ejemplo para el resto de violentos. Estamos dejando atrás épocas en las que la intimidación física era un pilar de la educación y bien vista para imponer la superioridad jerárquica.
El mundo del hockey hielo no escapa a esta tendencia anti-violenta. Generalmente en Europa el reglamento y la afición rechazan las peleas en el hockey hielo mientras al otro lado del Atlántico se permiten y respeta la liturgia que hay alrededor. 5 minutos en el banquillo de expulsados en las culturas en las que están permitidas este tipo de acciones mientras que en el reglamento IIHF una pelea supone una expulsión de partido automática. En la NHL incluso se deja espacio para que los jugadores tiren los guantes al hielo y resuelvan a golpes la tensión del momento entre aplausos de espectadores y compañeros. Podría decirse que forma parte del espectáculo. A veces se abren noticias en TV relacionadas con el hockey hielo y se destaca esta parte más violenta del juego, una característica más o menos alejada del deporte según la forma de entenderlo.
No es nada popular para muchos esta forma expeditiva de arreglar conflictos. Los argumentos en contra son sobradamente conocidos así que no es necesario profundizar mucho más. Para alguien que no entiende este deporte podría verse un vestigio del pasado, tradición que se ha visto superada por el paso de los tiempos y que no se ha adaptado a la época moderna. Pero ¿y los argumentos a favor? Por más que se vea como parte folclórica del juego existe una parte práctica innegable y el principal argumento de los favorables a las peleas: es un mecanismo corrector y liberador para los jugadores. En un deporte tan rápido y en el que las pulsaciones suben fácilmente debido al contacto permitido, a menudo existen acciones que sobrepasan los límites de lo legal. Los árbitros implementan el reglamento pero a veces no lo ven todo y se generan conflictos entre jugadores que mediante las peleas se pueden resolver, evitando devolver el golpe a espaldas de los jueces.
Recibir un golpe no sancionado o una carga fuera del reglamento hace que aquel que la sufre se quiera vengar y quizás espere el momento oportuno, alejado de los ojos de quien implementa la ley, para devolver el golpe. Y quizá el público sí vea esta segunda acción y la protesta y subirá la crispación en el ambiente entrando en un espiral incierto de descontrol.
Si en la primera acción se permite que los dos protagonistas ajusten cuentas en ese momento, se les sanciona adecuadamente y la cosa no irá más allá. Aunque evidentemente existen muchas formas de peleas y esta relatada es la más romántica para los defensores de que se permitan. Pero a menudo vemos cómo la figura del enforcer interviene en una pelea para sacar a la estrella rival del partido. O que los dos jugadores que se han peleado no han pasado página y vuelven a protagonizar algún combate en ese mismo encuentro.
¿Liberando la tensión?
Algunos jugadores que suelen recibir más que el resto son partidarios de esta forma liberadora que no de no permitirla. Y entendiendo que en el conflicto no siempre se sale victorioso. Liberar tensiones y seguir con el juego, es el lema que utilizan. Apelando a una nobleza que recuerda al rugby, en el que después del contacto físico durante todo el partido se hace el tercer tiempo entre sus rivales. Aquí la idea sería que después de resolver con los puños la tensión se pasa página más rápido. La realidad no se ajusta demasiado a esta idea y por eso puede que no tenga más apoyo.
La gestión de las emociones y de la fuerza no está al alcance de todos y hemos visto cómo se utilizan técnicas desestresantes consistentes en golpear algún tipo de elemento para liberar tensiones y preocupaciones. Quizás los puñetazos en el hockey hielo no se alejan tanto de esta práctica y en realidad huyen más de una pelea callejera o de un combate de boxeo.
El paso del tiempo parece que va en contra de los favorables a las peleas como herramienta para resolver conflictos y veremos la tradición americana (la liga juvenil QMJHL ya ha prohibido las peleas) si aguanta intacta durante mucho tiempo.