Mientras disfrutamos de la cobertura de los Juegos de Beijing, se debate la candidatura de Pirineos-Barcelona 2030. Una propuesta llena de incertidumbres que está dividiendo la sociedad pirenaica.
La comisión técnica creada por la ocasión parece esperando a la finalización de la competición olímpica para ponerse en definir la propuesta. Por el momento se habla de que se quiere llevar el esquí alpino en la Cerdanya, el snowboard y el freestyle en el Vall d’Aran, el biatlón y el esquí de fondo en Aragón. Las pruebas de trampolín y skeleton en los Alpes o Sarajevo y el hielo en Barcelona. Por el hockey y el resto de disciplinas sobre hielo, se helarían los grandes pabellones de la capital catalana para disputar las pruebas. Pero las dudas políticas, la indefinición de un proyecto, un referéndum a la población que no sabe cuándo se celebrará y las ganas desde el estado de vender los juegos como la reconciliación política en Cataluña no hacen más que alimentar a la oposición a la cita olímpica.
Los argumentos del NO se basan en la emergencia climática, el modelo económico, los intereses personales de un sector de la sociedad y el conflicto político. Stop Jocs Olímpics, la plataforma que está liderando el NO, tiene un amplio apoyo sobre todo en el Alt Urgell y en el Berguedà. La Cerdanya, como directamente implicada, está empezando a posicionarse. Algunas voces reputadas se están definiendo condicionadas por intereses económicos al respecto.
El cambio climático no es menor. Los juegos actuales han demostrado que tampoco hace falta nieve para celebrarlos con los avances técnicos existentes. Pero esa necesidad hídrica y el empeño de los favorables en no afrontar este problema parece uno de los puntos fuertes de los contrarios de los juegos. Ahora mismo, a 8 años de la fecha, se está alargando la temporada a mediados de febrero con nevadas de diciembre. La nieve artificial hace milagros, pero el anticiclón con las inversiones térmicas como protagonistas han dejado un paisaje poco invernal que no invita al optimismo. El cambio climático es una realidad y las evidencias científicas ante la subida constante de temperaturas y de cota de nieve es un peligro por la viabilidad de estaciones de esquí, muchas de ellas deficitarias. El miedo al ridículo en la organización de unos juegos de invierno sin nieve también está en el ambiente y se mira hacia la montaña preguntándose cómo se celebrarían unos juegos hoy en día. Y lo que más preocupa, qué imagen se daría.
El modelo económico es otro de los grandes argumentos de los contrarios. Una economía pirenaica completamente terciarizada, enfocada a turismo de nieve y la construcción de viviendas de segunda residencia y sus servicios. Vivienda muy cara que expulsa a la juventud del Pirineo. Trabajos precarios y de poco valor añadido. Un modelo caduco que con la celebración de la cita olímpica no haría más que alimentarse.
La promesa de mejorar infraestructuras con la excusa de juegos también crea malestar. Una línea ferroviaria que está exactamente como cuando se inauguró a principios del siglo XX no parece que se pueda hacer gran cosa en poco tiempo y tampoco parece que el volumen de usuarios justifique la inversión. El eje del Llobregat, C16, principal comunicación de Barcelona con la Cerdanya cada fin de semana se colapsa los viernes de subida y los domingos de bajada. Un carril reversible prometido, después de abandonar el desdoblamiento proyectado, podría ser la propuesta a actualizar con los recursos y eventos. Pero competición de nivel seguramente incrementaría aún más el volumen de coches y seguramente el atasco no haría más que trasladarse unos km más arriba.
Los partidarios del No se quejan de que se ha decidido en contra de la población afectada y de acuerdo con las élites empresariales catalanas. Algunas comarcas como el Berguedà o el Ripollès han quedado excluidos de la consulta y verán pasar la decisión cómo pasan los vehículos por sus carreteras los fines de semana. Empresas que podrían estar interesadas en el evento y agentes económicos parecen haber sido informados y consultados. Un proyecto ahora mismo poco explicado en general.
Últimamente también ha aparecido otro argumento político. Algunos partidarios de la independencia de Catalunya no quieren oír ni hablar de hacer unas olimpiadas bajo jurisdicción española. Un motivo más para ensanchar a los detractores.
Oportunidad para el hockey
A favor está el fomento de los deportes de invierno, la actividad económica, el aprovechamiento de las instalaciones y la autofinanciación de los juegos.
Una oportunidad para los deportes minoritarios para visibilizarse en un país que vive ajeno al hielo y nieve de alto rendimiento. Los deportistas que compiten en estos deportes están mayoritariamente a favor por la probable entrada de recursos y notoriedad que supondrían. El hockey hielo a pesar de estar muy lejos del nivel top mundial seguro que experimentaría un fuerte crecimiento de practicantes y de preparación y ayudas. Sólo la visibilización sería positiva y los juegos harían subir los recursos para que los deportistas no tuvieran que vivir fuera del estado para mejorar en su disciplina.
La visibilidad del Pirineo en el mundo. El escaparate que supone unas olimpiadas es evidente. El modelo turístico tiene recorrido y abriría nuevos mercados por los partidarios.
La aceleración de las infraestructuras comunicativas se utiliza también como punto fuerte del seno. Una línea ferroviaria que funciona más o menos como hace 100 años cuando se inauguró y que por fin se invertiría en ella para mejorarla. Una carretera que se colapsa cada fin de semana y que aumentaría su capacidad y descongestión. Y además se esgrime que no se construirían obras faraónicas. Se aprovecharían estadios de competición de países más o menos cercanos para minimizar el déficit en algunos deportes que ya carecen de instalaciones adecuadas en España. Como los saltos de esquí o los descensos de bobsleigh y skeleton.
Palabra clave del seno: juegos sostenibles. Mínimo impacto que condicione sus sedes olímpicas y una financiación garantizada por el Comité Olímpico internacional, COI. Quizás la construcción de algún edificio para alojar a deportistas utilizable como vivienda social al terminar y aprovechamiento máximo de todo lo que ya hay. Estaciones de esquí como La Molina lleva décadas organizando campeonatos de diferentes disciplinas para reforzar este punto fuerte. El presupuesto que se ha filtrado, en torno a los 1.200M de € lo aportaría el COI en buena parte gracias a ingresos televisivos y el resto vendría venta de entradas de los grandes eventos de estadio (disciplinas del hielo). Estos eventos en estadios no debería realizarse ninguna inversión debido a la alta capacidad para congresos que tiene la ciudad mediterránea y las instalaciones están preparadas para adaptarse fácilmente y convertirse en pabellones de hielo. El ejemplo que supone la NHL con su utilización regular polivalente de espacios y también la rapidez en la que éstos se adaptan a los distintos deportes que si practican demuestran que no sería ningún problema insalvable.
Se aprovecha el seno también recordar que el volumen de deportistas movilizados es mucho menor que los de unos juegos de verano. Se podría aprovechar el músculo hotelero para alojar a muchas deportistas y aficionados desplazados por la ocasión in situ, más allá de la gran ciudad.
Sin esperanza alguna de consenso y con la incógnita de un proyecto y de una consulta a la población más directamente afectada, la perspectiva no es la más estimulante. Dos gobiernos autonómicos que no clarifican las bases de la candidatura, un gobierno central que desea aprovechar la organización por fines políticos y una población que se forma una opinión sin toda la información.
Desde el punto de vista del aficionado al hockey hielo en general ya la NHL en particular, el sueño húmedo de ver a los mejores jugadores de hockey del planeta de cerca es irrenunciable. Una cita olímpica más, y van muchas. En Beijin 2022 la NHL finalmente no ha cedido a sus jugadores por la disputa del torneo olímpico a pesar de haber hecho espacio en el calendario de la competición e incluso anunciar las convocatorias de los equipos hace unos meses. Mientras los aficionados salivábamos con las selecciones americanas, rusa y norteeuropeas la pandemia evolucionaba y desmenuzaba el plan pactado. Y debemos hacernos a la idea de que para los próximos juegos ya no podremos ver jugadores veteranos que están en activo: Stamkos, Ovechkin, Bergeron o quizás Crosby por poner algún ejemplo.
Unos Juegos pirenaicos significarían un aliento de aire después de unos años de ostracismo. Pero desgraciadamente esa ilusión de la afición al hockey hielo no parece demasiado generalizada a la población afectada y que, finalmente, será la encargada de dar su veredicto sobre la celebración de los juegos.
Sin ilusión y un consenso amplio se hace difícil imaginar a Mackinnon, McDavid, Stützle o Zegras y muchos más defendiendo sus países cerca de nuestra casa. Aunque estoy seguro de que muchos de los que lea estas líneas pagaría por verlo.
Los Juegos por ahora parecen una incomodidad más que una oportunidad. Vivimos en un mundo cambiante y quizás todavía hay esperanza de que el hockey hielo, con o sin juegos, sea más que anécdotas y curiosidades en el imaginario de los aficionados a los deportes en general.