Obviamente en la actualidad los dorsales más épicos corren de la mano de los McDavid, MacKinnon, Matthews, Crosby etc. Pero hay dorsales que siempre han estado vinculados a grandísimos jugadores, incluso en su momento fueron representativos de jugadores generacionales.
Este último es el caso del dorsal de hoy. El número 9.
Cuando la NHL aterrizó para quedarse en el mundo del hockey hielo en 1917, al formarse tras la suspensión de la National Hockey Association, hubo las primeras estrellas de la liga: Jack Adams, Cecil Dye, Howie Morentz, Frank Boucher y un sinfín de estrellas…
Históricamente y como si de soccer se tratara, el dorsal número 9 estaba asociado al máximo anotador del equipo. Si hay alguien al que destacar con ése dorsal no es otro que Mr. Hockey: Gordie Howe.
El canadiense, natural de Floral, fue una de las figuras más legendarias de la historia de la NHL. Más allá de los éxitos recogidos a lo largo de su dilatada carrera, fue la cantidad de temporadas jugadas lo que marcó también su legado. Cinco décadas vieron los aficionados a Mr. Hockey, ¡cinco!
Levantó el trofeo de la Stanley Cup seis veces con los Detroit Red Wings y ganó otras tantas veces el trofeo Hart (MVP). Un auténtico talento generacional de la época. Cuarto en la clasificación histórica de puntuación de la NHL con 1850 puntos (801 goles) en 1767 partidos, solamente superado en este último dato por Patrick Marleau que jugó 12 partidos más.
Debutó en 1946 y se retiró en 1980, un verdadero titán de la competición
Curiosamente cabe destacar que no debutó con el 9, si no que lo hizo con el 17. No fue hasta su tercera temporada, cuando Konacher fue traspasado a Chicago, que se enfundó el dorsal mágico.
Si Howe se hubiera quedado con el 17, seguramente sería Maurice «Rocket» Richard el estandarte histórico del 9. Ocho Stanley Cups con los Canadiens (donde militó en sus 18 temporadas en la NHL). Ganador del Hart en 1947 y el primer jugador en la historia de alcanzar los 50 goles en una misma temporada.
The «Rocket» Richard anotó 544 goles para un total de 1,287 puntos en 978 partidos, cifras que le han llevado a la 33ª posición histórica de anotadores.
En la década de los 90 la llegada de los Mighty Ducks de Anaheim trajo a uno de los jugadores más elegantes de la época enfundado con el 9 y que compartió focos con Lindross y Bure en el inicio de sus carreras. No hablamos de otro que el gran estadista de la liga, Paul Kariya. Se le resistió levantar la Stanley (no se olvida esa serie contra los NJ Devils a 7 partidos en 2003).
Ganó el trofeo Hobey Baker (mejor jugador NCAA) siendo el primer alumno de primer año en conseguirlo. Macklin Celebrini ha sido el último en hacerlo (4to en la historia). Kariya rubricó 100 puntos en 39 partidos, esas fueron sus credenciales con Maine para hacerse con él. Las lesiones y sobre todo las conmociones cerebrales truncaron una carrera que podría haber sido estelar, recomendable artículo dedicado al astro canadiense.
Otra mención notable con el dorsal #9 es Mike Modano, natural de Michigan, fue -y sigue siendo- considerado por muchos como el mejor estadounidense de la NHL.
De los jugadores más completos que ha habido. Inolvidable esfuerzo el que realizó para alzar la copa en los Playoffs de 1999.
Una leyenda que abrió camino a los jugadores actuales nacidos en los Estados Unidos de América
Se rompió la muñeca en el segundo partido de la final ante los Buffalo Sabres, lejos de operarse, pidió a los médicos que le vendaran de tal manera que pudiera jugar. Y vaya si lo hizo, se calzó los patines los siguientes cuatro partidos anotando y asistiendo en todos los goles de Dallas (incluido el gol en la tercera prórroga de Hull para finiquitar el título).
Actualmente Jack Eichel y Filip Forsberg son los dignos sucesores de dichas leyendas. Ambos con un aura especial, recordemos que Eichel ya sabe lo que es ganar la Stanley Cup con Vegas Golden Knights en 2023, y encontrándose los dos en un estado de forma sublime.
Forsberg está entre los mejores jugadores suecos de la historia, que no son pocos. Liderados obviamente por Mats Sundin, Daniel Alfredsson, Nicklas Lidström, los hermanos Sedin, Henrik Zetterberg o Peter Forsberg.
Eichel tiene una historia peculiar que explicar con la gestión que se hizo en Buffalo con su lesión cervical y la negativa a operarle que supuso el detonador para su salida hacia Nevada donde conseguiría el éxito y el reconocimiento (siendo Vegas una franquicia que no se casa con nadie, tiene mucho mérito).
Hay mucha magia detrás del número que representa la culminación y plenitud, así como sigue habiendo mucha magia en los patines de quienes lo lucen a su espalda.
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