Por estas cosas de la vida coincidí en un viaje con una pareja de canadienses que estaban visitando Europa -aparte de querer darles mis condolencias por ser del equipo de McDavid que sigue sin portero-, y fue curioso como ambos se pusieron a la defensiva cuando alguien les confundió con estadounidenses. “No, no. We are not american” decían con vehemencia dejando bien claro que no se reconocen con sus vecinos más famosos.
La pelea entre países colindantes es algo más antiguo que la propia historia, pero fue divertido verlo de primera mano. Esa sensación de que aun sin poder decirlo muy alto se creen un poco superiores, que es entendible, porque cualquier país que tenga seguridad social es superior a otro que no la tenga, para empezar.
La cosa cambia cuando se mira desde el otro lado, claro. Y vemos claramente el éxodo de los jugadores estadounidenses que fueron elegidos en el draft o traspasados a equipos canadienses.
El primer caso que hemos visto este verano ha sido el de Johnny Gaudreau que ha decidido no aceptar el buen contrato que le hacía Calgary para elegir uno que está más cerca de su casa, de su familia.
Podríamos intentar buscar los motivos ocultos de su decisión. Está claro que elegir los Blue Jackets fue una sorpresa para todos ya que a primera vista no parece el equipo más apetecible -no tiene grandes figuras en la actualidad, están en un proceso de reconstrucción, pero sin llegar a ser los peores…- Hay muchas cosas que no hacen fácil entender la decisión del jugador estadounidense hasta que se lee su artículo publicado en The Players Tribune.
“¿Pero la idea de que mi mujer y yo podemos montarnos en un avión y volar dónde sea por tener dinero? No es tan simple. Nuestras familias todavía trabajan a tiempo completo. Nuestros hermanos tienen sus propias vidas […] Vivir tan lejos implica perderte el funeral de tu abuelo o tener familiares enfermos y no poder visitarlos, lo que hace la distancia tan dolorosa -y eso es algo que tienes que recordar al planear el futuro para tu familia”
Johnny Gaudreau en su despedida a Calgary.
La decisión de Gaudreau es sentimental, y una vez explicado es muy difícil no entender que Columbus es una gran opción para el jugador. No es la opción más cercana a su familia -New Jersey le ofreció un contrato cuando toda su familia vive en la zona- pero sí que le acerca a su familia. Además -tras las restricciones que hemos visto todos durante la pandemia- permanecer en el mismo país que tu familia facilita un poco más las cosas en caso de tener que moverte.
No ha sido tanto una decisión de Canadá por encima de EEUU sino la decisión de su familia por encima de Canadá.
El otro caso que hay que comentar es el de Matthew Tkachuk, porque el verano de los fans de los Flames ha sido como una telenovela turca durante unas cuantas semanas.
A primera vista, es la misma historia que Gaudreau. Tkachuk quiere estar cerca de su familia y aunque la idea generalizada era que iba a apostar por St. Louis dónde el jugador ha crecido durante su niñez, la elección ha sido la del estado donde se sabe que los padres de Tkachuk se están construyendo una casa para vivir.
Por los detalles que nos dejan los hermanos Tkachuk observar en sus redes sociales es una familia muy unida y ya no solo va a estar más cerca de sus padres, sino que jugará en la misma división que su hermano. Aumentando la facilidad para verse durante la temporada regular.
Cuando las decisiones son tomadas alegando el acercamiento familiar es difícil no entender el porqué se hacen, aunque ver marchar a un jugador franquicia de tu equipo a otro equipo y encima con peores condiciones, es difícil ser objetivo.
Por supuesto en su decisión también habrá influido el clima -una de las grandes pegas de Canadá son sus inviernos y muchas decisiones son influenciadas por este factor- y también hay que valorar los beneficios económicos de jugar en EEUU. Los impuestos en el país norteamericano benefician más a los jugadores -es lo que tiene no tener que pagar seguridad social, paro o impuestos de carreteras- y los precios de las casas no son tan altos como en el país canadiense. Quizás son detalles que pasan de largo a la primera, pero cuando uno va a elegir dónde quiere pasar la próxima década de su vida, todo cobra importancia.
El clima, la diferencia en los impuestos que hay que pagar entre un país y otro o la diferencia de precios en la vivienda; son factores que también afecta a la decisión de los jugadores a elegir un equipo estadounidense respecto a un canadiense.
A veces tratamos las decisiones de los jugadores como algo personal, pero ellos simplemente piensan en ellos mismos. Habrá gente que diga que es egoísta, habrá otros que piensen que es parte de la vida y las decisiones que tomamos.
Es en el fondo es la misma cuestión que plantea Pierre-Luc Dubois pero en este caso no hay huida de país. El jugador canadiense también está haciendo todo lo posible para jugar donde él quiere.
Tener que firmar con un equipo por 7 u 8 años porque es el que te eligió en el draft no es lo más justo en el mundo. Así que es aplaudible en cierto sentido estos jugadores jóvenes que intentan tomar las riendas de su vida profesional lo antes posible. Las decisiones en las últimas décadas de los jugadores para ir a un equipo que de verdad querían, ya sea a lo que ellos consideran casa o porque es dónde mejor clima hay, era en los contratos pasados los 30 años. Ahora estamos viendo a estos chavales, que con 25 años tienen las cosas claras y quizás menos respeto por los altos mandos de la liga, toman las decisiones pensando en ellos. Y aunque nunca se habían hecho las cosas así, siempre hay que empezar por algún lado.
Estos casos nos plantean dudas para el futuro: ¿Querrá Matthews quedarse en Toronto el resto de su carrera o volver a Arizona? ¿Sale rentable draftear a un jugador estadounidense en un equipo canadiense sabiendo la posibilidad de querer volver a su país?
No es posible saberlo. Hay que pensar que cada persona es un mundo y que porque haya habido dos casos similares en el mismo verano no quiere decir que el resto les vaya a seguir.
Sólo nos queda seguir viendo estos movimientos que mantienen el verano un poco más entretenido y pensar que si a mi alguien me ofreciese vivir cerca de mis padres y de lo que conozco como hogar, siempre diría que sí aunque me pagasen menos.