Los drafts de la NHL se celebran una vez cada verano. No obstante, seleccionar en uno de ellos al hombre de acero de la historia de la competición es una rareza.
De hecho, probablemente, el hecho ocurriera por última vez en 1997, cuando los todavía infantes San Jose Sharks escogieron en el segundo turno de la primera ronda a Patrick Marleau. El atacante, procedente de los Seattle Thunderbirds de la Western Hockey League (NHL), entró en la liga detrás de Joe Thornton, con quien curiosamente jugaría en San José en la segunda mitad de su carrera. En su primera temporada con los Sharks, Marleau anotó 32 puntos en 74 partidos y terminó sexto en la carrera por el trofeo Calder – mejor rookie del año – ante Sergei Samsonov.
El canadiense comenzó su particular maratón de encuentros una campaña más tarde, cuando disputó el primero de 15 cursos – de un total de 23 – en los que jugó 80 o más partidos. En su segundo ejercicio en el hielo profesional, Marleau mejoró sus números con 45 puntos en 81 compromisos. De ahí en adelante, el delantero centro comenzó a acumular goles y asistencias a una media de 52 por temporada hasta alcanzar un total de 1197 en su trayectoria completa, compuesta por 1779 encuentros como profesional hasta el año 2021. La cifra, cincelada como la mayor en la centenaria historia de la NHL, difícilmente será superada en el corto plazo. Sin embargo, los fríos números apenas cuentan una parte de un mito que tenías los pies bien atados en el suelo.
Una ética de trabajo constante
Patrick Marleau brilló entre las estrellas de San Jose durante dos décadas. A principios de julio de 2017, el center firmó como agente libre con los Toronto Maple Leafs, donde continuó con su carrera durante dos años antes de utilizar a los Carolina Hurricanes como ‘puente’ para regresar a los Sharks en 2019. Pese a que en ambos equipos intentó conseguir una Stanley Cup, el natural de Aneroid, Saskatchewan, terminó su carrera sin alzar el prestigioso trofeo. No obstante, Marleau entró en los corazones de los aficionados, sobre todo en la parroquia de San José, por el liderazgo y el carácter que implantaba en cada uno de los vestuarios que pisó como profesional.
De esta manera, el delantero centro dejó un legado de amor puro y verdadero por el hockey sobre hielo. Tanto antes de decir adiós como una vez retirado, Marleau ha repetido en numerosas conferencias, ponencias o conversaciones una determinación intacta por la Copa y por la diversión que le aportaba a su vida el deporte. Ambos aspectos resultaron clave para mantenerlo en el hielo hasta que cumplió 41 años. Asimismo, su estricta ética de trabajo atrajo los elogios, por ejemplo, de Pete DeBoer, entrenador de los Sharks en 2016, cuando llegaron a la final. “He visto lo duro que trabajaba día a día, su compromiso y sus ganas insaciables de ganar”.
La leyenda del número 12
Además de la gran guinda de su legado – portar el estandarte del hombre de acero de la NHL durante los años por venir – Marleau dejó ‘huérfano’ de capitanía a los Sharks. El jugador canadiense lideró a San Jose durante cinco campañas, de la 2003-04 a la 2008-09. Los únicos otros dos jugadores en ostentar la ‘C’ mayúscula en la historia de la franquicia fueron Owen Nolan – compartida en su primer curso con Vincent Damphousse – y el reciente Logan Couture. Por otro lado, pese a no dejar logros colectivos en las vitrinas del ahora SAP Center, Marleau sí la llenó de reconocimientos individuales, sobre todo en honor a su deportividad y compañerismo.
Así, el center acudió a tres partidos del All-Star y recibió la llamada de la selección nacional de Canadá en seis ocasiones. Con el combinado saboreó dos oros olímpicos – en los Juegos de Vancouver de 2010 y Sochi de 2014 – y otros tantos campeonatos del mundo de hockey sobre hielo. Todo lo mencionado cimenta un legado difícil de superar no sólo en la NHL y el hockey, sino a través del deporte profesional en general. Para los seguidores de los Sharks, el dorsal 12 siempre irá ligado exclusivamente a Patrick Marleau. Prueba de ello es que el número cuelga desde febrero de 2023 del techo del pabellón que vio crecer a un mito, el hombre de acero del hockey sobre hielo.
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